lunes, 16 de julio de 2012

Siete


Las miradas siguen los pasos que lentamente danzan sobre la pista, expresión  exquisita de la experiencia de presenciar el ir y venir de unas caderas que demuestran una perfecta armonía con los brazos y las piernas.

Manos aplauden jadeantes de lujuria, observando los gráciles movimientos de las largas piernas danzarines, que se observan a través de las aberturas de los pliegues gráciles de la abertura de su falda, las curvas de sus pechos, que se mueven suavemente al compás del tango, mientras son degustados por aquellos brazos, que la estrujan y aprisionan, como cuando se encuentra entre los pectorales y el pubis.

En medio de velas y vino, las sombras bailaban reflejando el amor, exhalando, inhalando el fuego de la música que devoraba los sentidos y destruía los prejuicios.

"...Y todo a media luz...a media luz los dos..."

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